Gracias a las nuevas tecnologías y la evolución en la economía, los jóvenes que nacieron y vinieron al mundo con dispositivos bajo el brazo y cuentan con dinero para invertir, realizan algunas de las inversiones más exitosas de las que podemos aprender.

Los millennials son una generación de cambio constante y permanente: han crecido con la tecnología a su lado, tienen inquietudes diferentes a las de sus padres y han tenido que luchar con una crisis económica mundial para hacerse un hueco en el mercado laboral.

Su perfil inversor es más arriesgado que la media, tienen objetivos a medio plazo y tienen a internet y las herramientas online como sus aliados. Usan herramientas colaborativas, se inician en el crowdfunding, comparten sus éxitos (y fracasos) en redes sociales, se preocupan por el bien social (tercer sector, sostenibilidad, …) y buscan nuevas aventuras (invierten en start ups, criptomonedas, mercados internacionales, divisas, …)

Por supuesto, los jóvenes destinan el 42 por ciento del dinero ahorrado ó generado en operaciones inversoras a su actividad favorita: viajar. Así son capaces de conocer nuevas culturas y empaparse de experiencias que les permiten seguir innovando y adaptándose a esta sociedad cada vez más multicultural, cosmopolita y globalizada.

Los jóvenes deben pensar en el largo plazo, y dedicar parte de su capital a consolidar su futuro mediante ahorro, planes de pensiones privados. La cultura financiera está muy arraigada en España, y prioriza las inversiones más conservadores y las inversiones inmobiliarias. El cambio de perfil en los inversores está siendo más lento de lo que se esperaba, y muchos siguen los pasos de sus progenitores.

A pesar de que los millennials y centennials tienen más tiempo por delante para sacar provecho de las inversiones largoplacista, su perfil es más a corto plazo que el de sus padres, quizá no únicamente por su perfil inversor, sino porque disponen de menos recursos y quieren disponibilidad.